sábado, 5 de octubre de 2024

A la muerte de Enrique Morente


Inspirado por la huida de los grandes poetas
en las hojas de un canto mi corazón gemía.
Son las calles, los sueños tan oscuros sin ti
que por no derramarme en la nada me inspiro.


Tu pecho se desmiembra como un charco de sombras
cuando pienso en tus ojos sin luz en la almohada,
transeúntes de esquinas vomitan el diciembre
donde caen palomas en torres de cemento
y el pozo del quejío abierto en el quebranto
alumbra los acordes de un cíclope en su vientre.

Entonces tu palabra se alimenta de espiga,
de tintas que la muerte arrastra a los altares
donde los sacerdotes sacrifican a Cristo
y tu voz se estremece con un grito de escarcha
porque no luce estrella para guiar tu herida,
porque no queda tierra que tus venas no escuchen
y ya no brota sangre en tu rostro de hielo,
ni una frase de amor esbozada en tu frente.

¡Duerme, ay Enrique, duerme, no digas nada, sueña!

Tu corazón gitano, ahora que te has ido
y no vuelve la aurora,
sigue herido de vida, inspirado de muerte.

Mi voz

  




Mi voz

  

¡Pobre corazón mío, ya caminar no puedes,
quién pudiera pasar de números y seres!


(Baudelaire)

 

 

Llegó una noche triste con el vinagre amargo
empapando la frente y la mirada
dolorida y sangrante
de la brisa perdida que yo amaba,
no supo terminar su recorrido,
transformarse en el gallo del canto que moría
ronco cada mañana,
y allí tendida como flor marchita
que busca su pasado vertido en la almohada
como un jarrón desierto

mi voz se desgajaba,

mi voz que no tenía normas ni diccionario,
mi voz atormentada,
mi luz de ave sin norte temblando en las paredes
donde el romero ardía, donde la sombra hablaba.

¿Dónde está aquel muchacho que creía en la vida?
¿Dónde el viento del sur que mecía su playa?
¿Dónde mi voz de luna que rimaba los puertos?
¿Dónde la primavera vestida de alborada?

Mi culpa atravesada por un quejido antiguo,
mi corazón perdido en una voz que pasa
y no encuentra el camino de la pasión ardiente
que lleva hasta tus ramas,
la llave del silencio abierta a mi lamento,
mi apetencia de vida muriendo en la distancia.