Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo
y yo, que no soy bueno, me puse a llorar.
(Silvio Rodríguez - Óleo de mujer con sombrero)
Llega un rumor
de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último autobús de
la frontera
y sostengo
en la memoria el misterio del olivo silvestre
en la memoria el misterio del olivo silvestre
en tu mirada,
en un espejo asustado
los muelles que se alejan entre la bruma de un grito
que se hunde en el asfalto.
los muelles que se alejan entre la bruma de un grito
que se hunde en el asfalto.
Te amo en este rincón de la
ciudad que duerme
y aprisiona los sueños perdidos de antaño
y aprisiona los sueños perdidos de antaño
que serían distintos sin tu
huella en los cristales;
no hablaría de los faros la garganta
no hablaría de los faros la garganta
con la huella estridente de su
canto en las tejas,
no hallaríamos las portadas
escondidas
en la oquedad cargada por la
inercia
de los lunes cenicientos sin papeles y sin recuerdo,
de los lunes cenicientos sin papeles y sin recuerdo,
te acosaría el alma de una
sonrisa
que no supo esperarte
que no supo esperarte
en la herrumbre que llora la sed
de las cancelas
desencajadas en los bosques de ladrillo,
escritas por la nostalgia
de tus manos ardientes en el suelo.
desencajadas en los bosques de ladrillo,
escritas por la nostalgia
de tus manos ardientes en el suelo.
Vago en la quietud atormentada
de los muros encalados
que suben la implacable costana de Ribalta
de los muros encalados
que suben la implacable costana de Ribalta
y en el temblor errante
de las luces encalladas que rezan en los umbrales
de la última puerta que se abre en el olvido,
de las luces encalladas que rezan en los umbrales
de la última puerta que se abre en el olvido,
en ese momento que has llenado de
estrellas furtivas
como un
pierrot desmaquillado
que se abraza a la cola que
tiembla en otra luna
para encontrar tu destello en la noche del índigo
que hunde su soledad en un canto oscuro
que hunde su soledad en un canto oscuro
para llevar tu timidez antigua a
un rincón de los lienzos
que esbozan un corazón amortajado
que esbozan un corazón amortajado
en una cometa inocente y
desnortada
que nunca llega a alcanzar el
lugar alto en donde sueñas,
aun así te persigo en las agujas
sin brújula
que se pierden en el marco del óleo que tú amabas,
que se pierden en el marco del óleo que tú amabas,
te abrazo en el rumor que
desgarra el clamor de tu vestido
entre las sombras de los gatos
que resisten
en los colchones y en las sillas
en los colchones y en las sillas
de la colonia desnuda del taller
arrasado.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.