Al contemplar tu cuerpo de mujer,
no puedo evitar
pensar en tus años más tiernos
y en aquel amor
que te esperaba
en el Purgatorio,
quizás en el Infierno.
Podría decir que hoy eres
aún más bella que entonces,
que volvería a desearte
con sólo cerrar los ojos
y no pensar.
Ya eres una mujer
nueva y brillante como el sol
de la mañana,
cuando yo apenas puedo salir
de las tinieblas
adonde tu crueldad me condujo.