Siguiendo la mejor tradición italiana, Pasolini (1922-1975) fue un artista que dejó su sello en múltiples disciplinas, y lo hizo bien en todas. Conocido especialmente por su faceta de cineasta y muy valorado como el novelista que hizo una áspera descripción de los bajos fondos y sus marginados, tratando con una gran comprensión a unos personajes que luchaban por sobrevivir, cada vez son más las voces que nos lo sitúan como el gran poeta italiano de la posguerra en la que se solidarizó con los más desfavorecidos, y del desarrollismo un tanto ingenuo que siguió y favoreció la creación de una clase media italiana, con la que siempre fue crítico por su falta de compromiso real, por su satisfacción resultante de la falta de interés por conocer la realidad del mundo al que creía no pertenecer, en el que todos los males e injusticias son consecuencia de la naturaleza perversa de los otros.
Su relación con el hombre que él mismo representaba, viviendo una situación y un tiempo concretos con los que nunca supo estar de acuerdo, es agónica y desestabilizada, aunque aderezada levemente por la ternura de los momentos que se viven en el recuerdo, ese lugar en donde podemos llenar de significado situaciones que parecen pasar casi desapercibidas, y que añoramos cuando somos conscientes de la imposibilidad de su retorno.
“Cercana a los ojos” es un poema especialmente emotivo, escrito años después de que ocurrieran los hechos, el hermano al que hace referencia y permanece dormido fue fusilado por partisanos durante la Segunda Guerra Mundial. Una dolorosa contradicción en su vida a la que se irían añadiendo otras muchas; aquellos con quienes se alineaba ideológicamente acababan con la vida de aquél a quien recordaría siempre. La luz, el hermano y la madre, también el canto del grillo, quedan suspendidos en una atmósfera que nos recuerda la aparente quietud en la que viaja a veces la más conmovedora de las tragedias.
Cercana a los ojos
Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llama,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis parientes, y mi hermano,
descansaba inerte tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida.
Vicina agli occhi
Vicina agli occhi e ai capelli sciolti
Sopra la frente, tu piccola luce,
distratta arrosi le mie carte.
Adoslecente ardevo fino a notte
Col tuo smunto chiarore, ed era strano
Udire il vento e gl’isolati grilli.
Allora, nelle stanze smemorati
Dormivano i parenti, e mio fratello
Oltre un sottile muro era disteso.
Ora dove egli sia tu, rossa luce,
Non dici, eppure illumini; e sospira
Per le champagne inanimate il grillo;
E mia madre si pettina allo specchio,
Usanza antica come la tua luce,
Pensando a quel suo figlio senza vita.