domingo, 14 de enero de 2018

El crepúsculo de los montes

II



Hay un jardín que muere en el miedo de los patios
donde canta el jilguero
que lloraba sin luz
en lo turbio y angosto  que vuelve de una infancia
y no encuentra palabras para expresar tu canto,
y entre escombros agolpados
contra el muro
la tristeza se esfuerza
por ofrecer su lecho de raíces a unas plantas de Oriente
que no verán camino en sus primeros pasos nunca más
como tus ojos, 
en un barranco  donde no habita una estrella
que los guíe,
oscuros, deslavazados, apasionados, muertos,
en el libro amarillo que mostrara tu hondura
ante mi asombro de niño,
en la palabra de amor que desplegó tu boca hacia los tristes,
hacia los que nacieron de rodillas
ante el peso infinito del estigma invisible,
hacia los que tienen hambre de amapolas
de montes rotos que imploran su olor a tierra
en la melancolía de su ocaso
que nadie mirará mientras duerman los dioses
entre sábanas blancas tendidas en un mísero cordel
 y la canción que hiere en las tinieblas
de las cinco en punto de la tarde.



2 comentarios:

  1. Aquí,en todo el poema. está latente todo el terrible abandono que sintió el poeta en sus últimos días.

    "...como tus ojos,
    en un barranco donde no habita una estrella
    que los guíe,
    oscuros, deslavazados, apasionados, muertos,..."

    Ha sido una gozada este paseo por Lorca guiado por la luz y la maestría de tu poesía F. Enrique.

    Abrazos,poeta.

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    1. Reconozco, Joaquín, que mis acercamientos a Federico me han llenado de dudas, ya que no he logrado sentir el tono del poeta como lo hiciera con Pasolini o Cohen. Quizás la gente ha aprendido a vivir sin Lorca y solo recuerde su nombre, su martirio y el primer verso de sus poemas más reconocibles. He intentado ser sincero y hablar del hombre que siempre estuvo por encima del poeta, a ese hombre que sufrió una agonía humana antes de su muerte, a ese hombre que, sin querer, se describió a sí mismo cuando narraba las virtudes de un amigo.

      Me estremece, Joaquín, el milagro de tu sensibilidad, la comunión inconfundible que muestras cuando tu verso se agita en la dirección del poeta. Me estremece que haya alguien como tú que resiste en la verdadera esencia de la poesía.

      Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.