martes, 15 de agosto de 2017

Leonard Cohen - Dance me to the end of love



Leonardo Cohen murió hace apenas unos meses, aún se puede aspirar una declaración de amor entre la maraña de anotaciones repletas de líneas entrecortadas que extienden sus hilos brillantes en un magistral poema apagado, entre las memorias de un amante afligido que nunca paseara por el otro lado del Infierno para que podamos navegar en un susurro en los dominios de la noche en una tenue taberna de la isla, bosquejar una reseña en la revista del corazón guardado en una repisa polvorienta o aprender de los fracasos en las puertas ardientes del Paraíso en las que muere la pasión.

En el fondo mantuvo una plenitud creativa de vanguardia porque nunca estuvo, aun cuando escribía siguiendo modelos clásicos, por detrás de su tiempo hasta poco antes de enfrentarse con su figura, su rostro, su último latido, cuando hablaba de cansancio y resignación. La muerte nos unifica y el amor nunca deja que permanezca callado en su tumba lo que no ha llegado a convertirse en recuerdo porque nunca se ha confesado o admitido. El sentimiento más veraz y obstinado es el desamor porque nunca muere mientras los amores acaban un día. 

         Las cartas que me enviaste ya no llevaban mi dirección, no llegué a leerlas porque el amor que proclamaban ya no podía tocarme, porque hay puertas abiertas que no dejan pasar el aire, sueños tan caprichosos como una golondrina que cambia en los cielos sin pausa su destino, actitudes sinceras que nunca son aconsejables si se ejercitan sin escudo, sin armadura y sin memoria. En este lugar donde te rondaba apareció el musgo de las incomprensiones que no quisiste romper, tus cartas aparecieron después de haber sido leídas por gente curiosa y respetable que deseaba alegrarse de tu fragilidad en las tinieblas o reírse de tu virtud luminosa, nadie quiso mirar en tus espejos donde resplandecía la azucena doliente que moraba en los jardines del amor y del deseo y no una tarjeta serigrafiada con un impersonal te quiero que no sería leído cuando se deshiciera entre pétalos marchitos como un beso de luz que se apagó en el olvido. 

4 comentarios:

  1. Hola Francisco!! Estas reflexiones o confesiones tan poéticas tienen un montón de axiomas o de aforismos (no sé bien qué nombre ponerles para explicar lo que quiero decir) que llegan muy profundo porque suenan a la verdad. Hay muchos que me tomo como una verdad, y puede ser porque yo también pienso de esa manera o porque mi forma de ver la cosa es como vos lo escribiste con tus palabras.
    El final me emocionó, me tocó. Es como una lágrima de esas que bajan despacito.
    Un abrazo grande!!

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    1. Me siento a gusto leyendo a Leonard Cohen, Simón, y me ayuda en el intento de crear un mundo poético propio en el que busque la alegría de la tristeza, lo que queda del amor cuando no todo se ha perdido.

      No sé lo que me dirían aquellos que han estudiado con fervor y detenimiento al poeta canadiense, pero siento, cuando nada se me viene a la mente y lucho por encontrar palabras, que logra provocar mi motivación con poemas que, a veces, no exceden los diez versos y se convierten en un laberinto de significaciones. Después llega la mixtura entre lo que creo entender, entre lo que pienso que siente y mis propias experiencias personales. Quizás "Las cartas" sea el último gran clásico magistral que Cohen ha legado al mundo, casi sin ruido la sacó del corazón en un gran disco que publicó en 2004.

      Me gusta, Simón, tu actitud cuando escribes, se percibe con claridad que cualquier comentario es importante para ti, que eres tan honesto que, probablemente haya habido barcos en los que hayas dejado tu carga y a los que no les hayas vuelto a ver la bandera. No hay ninguna fórmula conocida para lograr el éxito, pero sí algunas para escribir bien y tú ya atesoras muchas de ellas.

      Un abrazo.

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  2. Si Leonardo te leyera estoy convencida de que haría suyas tus palabras, y las recitaría o cantaría con su particular voz honda...no por plagio, sino por afinidad de emociones. Es emotivo lo que dices, como lo dices, y es, sobre todo, coherente con el modo de pensar y sentir que te imagino Francisco.

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    1. De todos los grandes mitos a los que he dedicado parte de lo que he escrito no ha habido ninguno con el que haya conectado de una forma tan natural y fluida como con Leonard Cohen. Soy consciente de que puede ser una apreciación subjetiva, que considero que me abre puertas a las que no tendría permitido el paso. Me siento muy a gusto cuando Cohen aparece, me atrevo, con mis equivocaciones asumidas, a traducir algunos poemas suyos, navego por los que creo que son sus mares y escribo poemas que me recuerdan su mismo desamor aderezado por la gloria de un momento cuando hace que nunca olvidemos su atmósfera y su color.

      El poeta de la luz tenue y los acordes tristes me ha mostrado menos sombras que cualquier otro que haya tenido que enfrentarse al éxito.

      Ahora confieso que torturé el vestido
      que llevaste por el mundo para olvidar.

      Gracias, Tara, por esta comprensión que muestras hacia una actividad que ha cobrado una importancia inesperada entre lo que escribo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.