jueves, 30 de marzo de 2017

Aquel niño (XV)

Aquel niño que fui vivió de otro silencio,
entre montes y mares
quedaron repartidos
sus amores, sus juegos,
y aquel anochecido desvelo de la tierra
que nunca lo buscaba y siempre florecía.

Ahora vive exiliado en un barrio dormido
que baraja la sombra
 de la muerte que brama
en el madero tosco de los crucificados
que siembran los caminos
de aquella ensoñación de la tierra que pesa
como el recuerdo herido de una ilusión ignota,
como el árbol que crece en medio del espanto.

Cartones por los suelos, coches en las esquinas,
trovadores sin sueño que luchan en la muerte
para sentir la vida que vibra en otro instante
para reconocerte en un milagro tierno.

Aquel niño que fui permanece encantado
por el gemido intenso de una pena que grita
por las vías sin trenes, por la quietud que pasa.


En tus ojos de olivo
siembra la tarde
vuelos de mariposa.

Aquel niño que fui
tus alas busca
por el alba inundadas.



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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.