miércoles, 21 de octubre de 2015

Epílogo


Desgarro en mi silencio la voz honda de un bardo
el mar donde soñabas ser una bailarina,
los árboles cansados a cuyos pies pensabas,
desgarro este misterio
donde mi amor crecía.

Este vagar sin luz que no encuentra tus ojos,
este trote sin ritmo que me lleva a tu paso,
este sentir tu verso sin poder encumbrarte
se agolpan en mi mente,
insisten en tu rostro.

Insisto en tu caricia dulce como un racimo,
la llama de tu herida, la voz de tu presencia,
insisto en la alborada
donde cantaba el mirlo,
en tu pecho temblando, tus manos que gemían.

Insisto en tu sonrisa que alentará mi huella
en el amplio salón que guardaba tus besos,
los visillos abiertos que secaban tus lágrimas,
en tu amor que aún me duele,
tu sombra que se acerca.

domingo, 18 de octubre de 2015

Ruinas de Baelo



La huida o la muerte eran el mismo oído
para escuchar la lluvia,
esa lluvia violenta que empapaba los árboles
en Tarifa o en Baelo,
o en el pueblo perdido
donde me enseñaste a amar
la faz cambiante del mismo camino.

Tú estabas muy cansada
para poder escucharme,
para arrancar las flores
esparcidas por mi pensamiento.
cansada de morir entre los vivos,
ansiosa de vivir entre los muertos.


(Publicado el 7 de Febrero de 2012)

sábado, 17 de octubre de 2015

Derrota

 
Yo quería vivirte y que tú me vivieras

Las notas del poema que llegaba a tu oído
se acercan a tu paso, se visten de tu aroma,
se pierden en tu alma
ahora que navega
en la tinta borrada por tu propio recuerdo.

Aunque no te lo diga y no busque tus manos
sigo pensando en ti
como el amor de siempre
porque vuelvo a tu piel en el bajel hundido
que ha surcado los miedos antiguos que guardamos,
porque piso las calles que fueron nuestra vida
como un poeta ciego
que muere en el destino y canta a la tristeza,
porque te reconozco
en mi sueño y mis ansias,
porque miro la esquina por donde aparecías
mostrando dolorido los estragos del tiempo.

Porque voy caminando sin rumbo hacia tus brazos
y no tengo palabras
hermosas que ofrecerte,
he perdido el pudor de admitir mis errores,
apagado la llama que brotaba en mis labios
ahora que las llagas del pecado se muestran.